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     Nada más enriquecedor que una relación bicultural. En contacto con el otro, nuestro mundo se expande, aprendemos nuevas formas de ver la cosas, otras maneras de reaccionar, de actuar, de comer, de amar.

     Junto con la sorpresa frente a tantas novedades, muchas veces graciosas -otras no tanto- comienzan a aparecer sentimientos encontrados, porque muchas veces no entendemos al otro o creemos que entendemos y sacamos nuestras propias conclusiones sobre lo que el otro está sintiendo o pensando.

     Esas conclusiones que sacamos, condicionan -con frecuencia de manera negativa- nuestros sentimientos y nuestra forma de relacionarnos con el otro. Incluso pueden empezar afectar la forma en que nos vemos a nosotros mismos, llevándonos a dudar sobre la validez de nuestra propia identidad.

     Cuando no encontramos la manera de comunicarle claramente a nuestra pareja todo esto que nos pasa por la mente y por el corazón, puede ser que empecemos a relacionarnos con la imagen que hemos creado de esa persona y no con la persona real. En este punto, se ha perdido la comunicación. Cada uno está aislado en su propio planeta, desde el cual “lee la mente” del otro.

     Hombres y mujeres venimos -metafóricamente hablando- “de planetas diferentes”. Cada individuo de por sí, es un “mundo diferente”. Ahora imagínate que sumamos dichas diferencias, a las que se deben a que dos personas vengan de mundos culturales diferentes y cuya lengua materna sea también diferente...

     ¡Uff... cuánta diversidad!

     Para poder entenderse sin fracasar en el intento, tienen estas parejas muchos temas por conversar, muchos puntos por aclarar, más que una pareja formada por dos personas con igual procedencia.

     Lograr una comunicación real con tu pareja, tanto si viene de otro entorno cultural como si no, exige mucha apertura a los sentimientos de ambos y mucho valor para expresarlos día a día.

     A veces es necesario contar con un observador externo que sirva a la vez de “intérprete” para ambos, como de guía para entrenar nuevas formas de hacerle llegar al otro, lo que realmente quieres decirle.

     La relación de pareja es el espacio donde se hacen visibles las huellas dejadas por nuestra crianza, tanto nuestros recursos como nuestras falencias.

     Por eso cuando elegimos a un compañero y le entregamos nuestro corazón, estamos eligiendo al maestro que nos llevará a tomar conciencia de las heridas que nos quedan aún por sanar, de las áreas en la que podemos todavía crecer.

“Me siento rechazada por el...”
“Me siento ignorado por ella...”
“Siento que mi pareja no me valora...”
“Mi pareja no confía en mi...”

     Son afirmaciones que escucho con frecuencia de parejas que vienen a mi consulta. Al emprender el proceso terapéutico, entramos en un viaje a través del tiempo y la experiencias de cada uno. En un punto de ese recorrido, encontramos al niño lastimado, que sigue viviendo en el corazón del adulto y que vuelve a sentir dolor, cada vez que se enfrenta a situaciones que lo remiten a sus heridas aún no sanadas. Las reacciones para protegerse de sentir dicho dolor, son diferentes en cada persona.

     Algunas personas se encapsulan, otras contraatacan, otras recurren a la infidelidad, otras comen o beben en exceso...

     Esta es la base de muchos conflictos de pareja.

     Si te suena familiar, tienes suerte. Quiere decir que acabas de encontrar una solución posible a tus conflictos de pareja. Puedes contactarme para obtener más información sobre la terapia de pareja.

     Si en tu caso, las cosas ya están claras y lo mejor para ambos es tomar caminos diferentes, también puedo acompañarte en el proceso de separación. La separación es un proceso doloroso y estresante. Creo que vale la pena contar con un apoyo externo para poder canalizar más fácilmente toda la avalancha de sentimientos encontrados que aparecen durante la misma.


     Se trata en resumen, de hacer los duelos por todo lo que termina y por lo que ya no será, para poder soltar y decir adiós. También es necesario darle lugar al perdón y al agradecimiento, para poder abrirse a lo nuevo, a lo desconocido que está por venir.

     El espacio de la terapia puede ayudarte tanto si quieres mayor bienestar estando juntos, como si quieres mayor bienestar para ambos durante y después de la separación.