Los terapeutas sistémicos asumimos que el experto es el consultante, no nosotros. ¿Por qué? Porque el único que posee toda la información necesaria para resolver el problema que te trae a mi consulta, eres tú. Por esto me veo a mi misma dentro de tu proceso, como una acompañante muy curiosa y que no pierde detalle de tu relato, pues sé que la solución a tus problemas se encuentra allí mismo donde se originaron.
No solo te escucho en busca de las piezas para armar el rompecabezas de tu problema. También busco activamente cuáles son tus recursos, tus experiencias de vida, aquellas que podría ser útil recordar dentro del proceso de construcción de alternativas.
Porque cuando estamos en medio de una crisis, se nos suele olvidar que ya muchas veces hemos logrado vencer dificultades incluso enormes. La memoria nos juega una mala pasada y perdemos de vista el repertorio de aprendizajes ya hechos que serían aplicables a la búsqueda de soluciones al problema actual.
A través de ejercicios y métodos que pueden sorprenderte, tareas para hacer en casa que pueden resultarte muy poco convencionales, intentaré recopilar más información, así como empezar a introducir cambios, que "fastidien" a las rutinas que sostienen al problema.
El objetivo es construir una solución o un conjunto de soluciones que paso a paso te permitan sentirte más a gusto y adaptada/o a las situaciones de tu vida, de modo que a los síntomas no les quede otra opción más que marcharse, desaparecer.
Para hacer terapia sistémica, también conocida como terapia familiar, no necesitas traer a toda tu familia. Aunque también es una posibilidad, hacer terapia con tu pareja y con tus padres/hijos, si vienes sola/o diferentes técnicas permiten "traer" a los integrantes del sistema de la persona a la consulta y aprovechar la"interacción" con la "familia interior" para intentar nuevas soluciones.